Ayer comentaba como llevé mi coche a revisión con un rasponazo y no se ofrecieron a repararlo, conociendo, incluso, que tengo seguro a todo riesgo (podéis verlo en => https://www.linkedin.com/posts/productividadcomercial_hace-unos-meses-alguien-me-dej%C3%B3-un-recuerdo-activity-6694916793951166465-wyLi.
Me parece 😳. Esta mañana he tenido otra en una actividad y punto de venta diferente. Relato.
Resulta que, a pesar de que cuando voy a hacer la compra siempre pongo un WhatsApp en el grupo de familia (depende de los momentos del año convivimos entre 4 y 7 adultos -el curso que viene habrá momentos de solo tres 😢-) preguntando qué hace falta y que indicas que siempre que alguien acabe algo que lo comunique por WhatsApp (mira que es fácil, que tienen todo el día el móvil en la mano), esta mañana mi mujer me ha dicho que cuando saliera a hacer de chófer -profesión habitual no remunerada de muchas días de la semana- trajera jabón de lavadora y yo, por mi propia cuenta y riesgo me hubiera percatado de que alguien había cogido el último rollo de papel higiénico, no solo del cuarto de baño principal, sino también del pequeño (sí, efectivamente me he dado cuenta justo al ir a utilizarlo. No eres el único al que sucede)
Total, que voy al supermercado, uno de una gran cadena, pero de los de barrio. Hago compras y, como hoy viene uno de mis hijos que vive en Madrid a pasar el mes de agosto en casa decido comprar algo de pescado para comer.
Voy a la pescadería ¡Increíble no hay nadie! “hoy es mi día de suerte”, pienso.
Llego cojo el número “62”, en el panel pone 61. ¡Genial!. La pescadera, sin mirarme, coge una bolsa de langostinos y la pone en la la bandeja esa grande, correspondiente a los mismos. Coge media docena y los echa a una bolsa, que cierra con un precinto (tipo eso de los sobres, que quitas un papel y se auto cierra).
Sigue sin mirarme. En ese momento hace no sé qué con un trozo de merluza, lo prepara, corta un par de lomos y repito lo del sobre -en otro diferente-).
Sigue sin mirarme. En esta ocasión la operación es con otro tipo de pescado.
Me empiezo a sentir molesto. Sigue sin mirarme.
Ahora saca una bolsa de mejillones y repite lo inicial con los langostinos.
No sé que ha seguido haciendo. Me he ido bastante indignado. Me he ido del supermercado.
(Por cierto, el carro que habéis encontrado en el mismo junto a la pescadería era el mío y podéis volver a colocar las cosas en su sitio si queréis, que no voy a volver a por él)
Me he ido a otro supermercado a pagar allí los 91,27 € de compra.
No sé si será el calor, el monzón o el anticiclón. ¿Nos estamos volviendo locos?
¿No somos conscientes de que vivimos del cliente?
Entiendo que esa pescadera esté haciendo lo que fuera, preparando un pedido que le haya entrado por internet o un encargo que le hubieran hecho. No voy a entrar en ese hecho.
Por si alguien no lo supiera, ¿sabéis el modo de proceder en ese caso?
1. Miro a los ojos al cliente y sonrío
2. Le digo: “disculpa un momento. Estoy con un pedido que tengo que preparar y ahora mismo estoy contigo. Vete echando una ojeada, que hoy tienes todo muy fresco y diciendo cómeme”
3. En un momento dado le dices, “esto ya va, disculpa que acabo. Me quedan 2 bolsitas más y ya”
Todo eso sin perder la sonrisa.
¿Qué creéis que hubiera pasado si lo hubiera hecho?
¿Por qué pensáis que no lo ha realizado? ¿Porque no lo sabe?
Señores y señoras, vivimos de los clientes y habitualmente cuesta muy poco hacer las cosas bien y la diferencia en el resultado es abismal.
P.D. por si te lo estás preguntando, esa pescatera lleva trabajando ahí varios años y te aseguro que lo que he puesto arriba se lo han transmitido varias veces.
Cuesta mucho captar un cliente y muy poco perderlo, desgraciadamente.
Ese supermercado me ha perdido hasta que se me pase el cabreo y eso pueden ser muchos cientos de euros, os lo aseguro.
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